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UNA HISTORIA ESPECIAL
Un grupo de niños y niñas estaban alrededor de la maestra mientras ella escribía en su cuaderno. En un momento dado, Ramiro le preguntó:
- Seño, ¿estás escribiendo una historia que nos pasó en el colegio? - ¿Es, por casualidad, una historia sobre nosotros? -preguntó, enseguida, Sofía.
La maestra dejó de escribir, sonrió y les dijo:
- Estoy escribiendo sobre vosotros, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría mucho que vosotros seáis como él cuando crezcáis.
Los niños, un poco intrigados, miraron el lápiz, y no vieron nada asombroso en él. Entonces preguntaron:
- ¿Qué tiene ese lápiz de especial, seño?
La maestra respondió:
- Todo depende del modo en que miremos las cosas. Hay en él cuatro cualidades que, si vosotros las imitáis y las practicáis, os convertiréis en muy buenas personas. ¿Queréis conocerlas?
-¡Sí, claro! -contestaron todos.
De vez en cuando necesitamos dejar lo que estamos escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado y en mejores condiciones. Esta es una de las cualidades del lápiz que nos enseña que en la vida debemos pasar por situaciones dolorosas en algún momento pero que luego nos fortalecerán para seguir con el trabajo diario.
Además, el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Sabed que corregir algo que hemos hecho es una oportunidad para crecer, para aprender de nuestros errores y para volver a escribir con más ganas. Por otra parte, lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino la mina que hay dentro. En vosotros también, lo importante son vuestros sentimientos, vuestros valores, vuestras reflexiones, vuestras opiniones y, por supuesto, todo lo que hagáis desde vuestro corazón.
Y por último, el lápiz siempre deja una marca. De la misma manera, debéis saber que todo lo que hagáis en la vida dejará trazos. Por eso, intentar ser responsables de cada una de vuestras acciones.
Cuando la seño terminó de hablar, todos los chicos se miraron y Ramiro dijo:
-Te olvidaste de una cualidad, seño. Todos los lápices necesitan de una mano que los guíe. Y tú, desde hace tiempo, nos enseñaste cómo hacerlo, por eso te queremos tanto.
Y hoy te decimos: ¡Feliz día!
- Seño, ¿estás escribiendo una historia que nos pasó en el colegio? - ¿Es, por casualidad, una historia sobre nosotros? -preguntó, enseguida, Sofía.
La maestra dejó de escribir, sonrió y les dijo:
- Estoy escribiendo sobre vosotros, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría mucho que vosotros seáis como él cuando crezcáis.
Los niños, un poco intrigados, miraron el lápiz, y no vieron nada asombroso en él. Entonces preguntaron:
- ¿Qué tiene ese lápiz de especial, seño?
La maestra respondió:
- Todo depende del modo en que miremos las cosas. Hay en él cuatro cualidades que, si vosotros las imitáis y las practicáis, os convertiréis en muy buenas personas. ¿Queréis conocerlas?
-¡Sí, claro! -contestaron todos.
De vez en cuando necesitamos dejar lo que estamos escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado y en mejores condiciones. Esta es una de las cualidades del lápiz que nos enseña que en la vida debemos pasar por situaciones dolorosas en algún momento pero que luego nos fortalecerán para seguir con el trabajo diario.
Además, el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Sabed que corregir algo que hemos hecho es una oportunidad para crecer, para aprender de nuestros errores y para volver a escribir con más ganas. Por otra parte, lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino la mina que hay dentro. En vosotros también, lo importante son vuestros sentimientos, vuestros valores, vuestras reflexiones, vuestras opiniones y, por supuesto, todo lo que hagáis desde vuestro corazón.
Y por último, el lápiz siempre deja una marca. De la misma manera, debéis saber que todo lo que hagáis en la vida dejará trazos. Por eso, intentar ser responsables de cada una de vuestras acciones.
Cuando la seño terminó de hablar, todos los chicos se miraron y Ramiro dijo:
-Te olvidaste de una cualidad, seño. Todos los lápices necesitan de una mano que los guíe. Y tú, desde hace tiempo, nos enseñaste cómo hacerlo, por eso te queremos tanto.
Y hoy te decimos: ¡Feliz día!
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